
Entrevista: Annemarie Gunkel
Fotografías: Miguel Palomino
"Cuando estudiaba en la universidad tenía compañeros y compañeras, abiertamente gays y abiertamente lesbianas. Esto al inicio me sorprendió mucho porque yo no entendía qué era lo que pasaba conmigo en ese entonces. Me sentía muy avergonzado de mi sexualidad y de la forma en que me veía o actuaba, y en cómo hablaba. Siempre trataba de esconderme.
En el 2015 empezaron a haber debates, plantones, marchas a favor de la unión civil. Una amiga me llama y me dice: “oye va a haber una actividad en la noche, ven porque sé que eres gay”. Y yo: “¿¡Qué!? ¿¡Cómo que yo!? ¿¡No, cómo crees!?”. Fui de todas maneras y así empecé a generar alianzas, a conocer más personas, a meterme más en la organización de las marchas, los plantones y junto con otras cinco o seis personas fundamos Kuychi Ayllu, la organización de personas LGTB en Cusco y organizamos la primera marcha del orgullo aquí en el 2015.
Siento que el activismo me ayudó de alguna forma a entenderme a mí mismo y reconocerme como una persona de la diversidad sexual".


"El hecho de que una persona sea activista o que trabaje en derechos humanos no la exenta de cometer errores. Lo importante es identificar esos errores y aprender a pedir perdón. A mí me ha pasado sobre todo cuando empecé a trabajar con personas con discapacidad. Asumía que no iban a aprender, que todo mi trabajo iba a ser inútil. Pero me di cuenta que hay diferentes necesidades, una persona con discapacidad puede desenvolverse tan bien o mejor que una persona sin discapacidad.
Si voy a ponerme en la posición de mostrarte que eres homofóbico, entonces también tengo que aceptar cuando alguien me está diciendo de que soy racista, o clasista, o que soy homofóbico también dentro de mi propia forma, porque de repente puedo ser o he sido discriminador con las lesbianas o personas trans y no me he dado cuenta, o contra otros hombres gays que tal vez son más afeminados de lo que yo soy.
Ninguna persona va a ser 100% coherente entre lo que dice y lo que hace, pero sí podemos intentar serlo. Y lo importante sobre todo es no sentirnos atacados o atacadas cuando alguien nos está haciendo ver nuestros propios errores, así como nosotros hacemos ver los errores del resto".
"La situación para la comunidad LGTBI en Latinoamérica y en el Perú es compleja. Hace poco se ha vuelto a sacar el enfoque de género de la currícula por la demanda del grupo “con mis hijos no te metas”. Es un retroceso tremendo, porque se pretende invisibilizar las situaciones, no únicamente que afectan a la comunidad LGBT, sino que afectan a todas las personas.
Pero también se han dado pequeños pasos como la ley 30364 que reconoce explícitamente la discriminación por orientación sexual o identidad de género. En Cusco tenemos una ordenanza provincial que prohíbe la discriminación por orientación sexual o identidad de género en espacios públicos. Además, hay una normativa de la policía nacional de cómo intervenir en estos casos. También en el proceso actual de elecciones se está promoviendo el voto trans.
El problema está en que muchas veces estas cosas quedan en papel o en normativas aisladas, pero ¿qué pasa en las escuelas donde no hay enfoque de género, donde no se enseña a los niños sobre diversidad sexual? Si bien es cierto que las nuevas generaciones están creciendo un poco más abiertas, aún nos queda esa herencia de discriminar a la persona diferente".

