
Entrevista y Fotografías: Miguel Palomino
"Yo soy de Cusco y me mudé a Urubamba hace 9 años. Soy el primer veterinario que abrió un consultorio aquí en Urubamba. Abrir campo ha sido una experiencia muy interesante. Uno nunca deja de aprender, sea a través de los errores o a través de los logros.
Me interesa particularmente la medicina natural, estoy tratando de implementarla cada vez más. El valle tiene una atracción muy fuerte en relación con ese tema y las terapias holísticas. Por eso siento que mi búsqueda y aprendizaje encaja bien.
Hace un año y medio se dio la posibilidad de conseguir un terreno y abrir un albergue para perros callejeros. A nivel material y económico es muy difícil y recién estamos a mitad de camino. Sin embargo, ayudar a los perritos abandonados, recibir su amor y en el caso ideal lograr una adopción y encontrar una buena familia es un trabajo muy gratificante".


"La gente recién está aprendiendo como tratar a sus mascotas correctamente. Hay mucho descuido y falta de interés. Muchas veces, recién cuando el perro está muy mal, intentan buscar ayuda. Muchas personas recién están aprendiendo lo que es una vacuna y también hay otro tema: el de la esterilización.
Por falta de prevención terminan matando a las hembras preñadas, o las tiran a la calle y a los machos no los quieren castrar. Supongo que es un tema que tiene que ver con el machismo.
Esa responsabilidad falta. A todo el mundo incomodan los perros en la calle, pero eso es culpa de que no se está esterilizando, que no se tiene conciencia de eso.
Además, hay este concepto de perro fino, la gente generalmente aspira más a un perro de raza. Pero un perro rescatado, un perro mestizo tiene la misma capacidad de dar amor que cualquier otro. Es el carácter de cada perro y la química que hay con su dueño que define la relación".
"Hace años cuando recién llegué a Urubamba y abrí mi consultorio llegó una señora y me dijo hay un perrito ahí, que lo habían atropellado por el grifo. Era un negrito chiquito, un pastor andino, que tenía un ojo salido y una pata rota. Entonces le operé el ojito y le ayudé con la patita, mi consultorio era chiquito y el perrito se me escapó.
Después de un tiempo me lo encontré al perrito en el mercado, churchu en quechua es tuerto, y lo llamaba cariñosamente Churchito. Se desarrolló una amistad, cuando revisaba las carnes en el mercado Churchito venía medio escondido y se llevaba pedacitos.
Un día me llamaron y me dijeron que encontraron un perro envenenado y atropellado. Intuía que era él, y cuando fui a buscarlo efectivamente lo era. Lo llevé y traté de curarlo pero después de 3 días se me murió. Ahí decidí que tenía que hacer algo más y dije que a la primera que pueda voy a abrir un albergue".