
Entrevista: Annemarie Gunkel
Fotografías: Miguel Palomino
"Yo soy creyente del padre sol, nuestro Tayta Inti, también de nuestra Madre Luna, nuestra Mamá Killa y nuestra Pachamama. Ella es nuestra madre de donde comemos y vivimos. Nosotros hacemos una serie de ofrendas a lo largo del año para agradecer.
Mi abuelo de mi era un Altomisayoq, vivía en las montañas y solo bajaba en las noches o en las tardecitas a descansar a su casa con su esposa, mi abuela. Cuando yo tenía 7 años, mi abuelo vino acá a la casa al Cusco y cada año en Agosto, los primeros días, siempre hacían ofrenda en la casa de mi papá y mi abuelo venia de allá. Y me dijo, así me recuerdo: Urielcha hamuy yanapawanqui dijo; Uriel ven ayúdame, como si yo supiese ya.
Yo creo que nuestra base primordial, para entender la sociedad y para creer en los Apus, en los Mallquis y en la Pachamama, es el quechua. Porque si no sabes quechua, no vas a entender los hermanos quechuahablantes y se te va hacer difícil creer o entender lo que es la Cosmovisión Andina".


"La razón por la que yo salgo a mostrar el personaje de Inca es que mucho ensuciaban, botaban basura aquí. Ahora es mucho más limpio, porque antes esto era un urinario, un basural.
Cuando yo empecé, me pasaba como dice ese refrán: “Nadie es profeta en su tierra” y tenía unas incomodidades con el municipio para poder trabajar. Nadie resguardaba nuestras calles, al menos este lugar de Inca Roca y este Hatunrumiyoc, entonces yo primero salí de intercambio de palabras, pero después llegamos a un acuerdo con el municipio donde mi horario era de 6 de la mañana a 12 de la media noche.
Hoy en día han cambiado muchas cosas porque con el pasar de los años a mí ya me iban conociendo y me llamaban a otros lugares a hacer ceremonias, ofrendas en distintos lugares del Cusco. Entonces el personaje del Inca creció, también porque cuando tus haces ceremonias o cuando hay actuación entonces tienes que sacar el lado actoral en el cual también yo tuve formación".
"Aquí en el Cusco la pandemia nos afectó bastante, porque el Cusco vive del turismo, no hay mucha fábricas y el estado no hace nada. Un 80% vive directamente del turismo y se quedó sin trabajo incluyéndome a mí.
Bueno, para mí fue algo grave, grave, porque justo así antes de la pandemia el año pasado en el mes de julio nació mi pequeña, su nombre es Cusicoyllor. Me avoque más en casa a ella, hice un horno de barro para hacer panes, empecé a preparar maíz germinado para hacer nuestra chicha y venian los amigos y se llevaban en botellitas o en jarras la chichita y bueno con eso hemos tratado de sobrevivir hasta que el 15 de enero salí aquí a la calle de nuevo.
Emocionalmente ya estoy más tranquilo, porque estando en casa cualquier cosa me hacía renegar, prendía el noticero y problemón, eso te hace estallar psicológicamente. Pero ahora gracias a Dios, a los Apus, a la Pachamama, estoy tranquilo ya, relajado aquí en Hatunrumiyoc".
